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La Fuerza Especial para la Trazabilidad de Contactos trabaja para limitar la propagación del COVID-19

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Mantener la salud pública es un esfuerzo de equipo para los estudiantes médicos, graduados y de enfermeras practicantes de Penn State. La facultad y los estudiantes en la Facultad de Medicina y Facultad de Enfermería han empezado una Fuerza Especial para la Trazabilidad de Contactos en un esfuerzo para mitigar la propagación del COVID-19.

La Trazabilidad de Contactos es una estrategia de la salud pública que identifica y vigila a los individuales quienes han estado en contacto con una persona quien ha resultado positivo para un virus, en este caso el COVID-19. La meta es informar a las personas expuestos y educarles cómo hacer una cuarentena para reducir la transmisión. Si un contacto desarrolla síntomas, el proceso de trazar empieza de nuevo.

La Fuerza Especial, encabezada por estudiante médico del tercer año Matthew Pelton, está trabajando con Penn State Health y el Centro Médico Mount Nittany para identificar a los pacientes que han resultado positivo para COVID-19. Tan pronto que la fuerza está notificada de un caso positivo, trabajan para identificar a todas las personas con quien esa persona ha estado en contacto, regresando a dos días antes de que surgieron sus síntomas. Esta cronología está basada en investigación que indica que el período contagioso de COVID-19 empieza antes de que empiezan los síntomas. Con su lista de contactos, los miembros de la fuerza llaman a cada persona que puede haber estado expuesto y los alerta a su riesgo de infección. El 4 de mayo, habían hecho más que 1100 llamadas a contactos en siete condados de Pensilvania y tres estados.

Además de este trabajo, La Fuerza Especial para la Trazabilidad de Contactos incluye grupos de estudiantes quienes entrenan a trabajadores nuevos cómo trazar contactos e identifican a pacientes recién recuperados del COVID dispuestos a donar plasma que contiene anticuerpos que pueden ser un tratamiento útil para los pacientes hospitalizados con COVID-19.

“La fuerza especial empezó con solamente 10 trabajadores en una reunión diaria que duró más que una hora,” dijo Nicole Legro, una estudiante de tercer año en la Facultad de Medicina quien supervisa en entrenamiento de trabajadores nuevos. “Desde entonces, más que 90 estudiantes se han juntado con nosotros en el esfuerzo para mitigar la propagación del COVID-19.”

Adicionalmente, hay un sub-grupo basado en intervención que trabaja para identificar y compartir recursos para los individuales en cuarentena. Estos estudiantes ayudan a identificar y aliviar las barreras que algunos pacientes puedan tener al conseguir alimentos o medicamentos durante su tiempo de cuarentena en casa.

Con la supervisión de facultad entrenada, los trabajadores ofrecen consejos y apoyos médicamente sólidos para los pacientes y sus contactos. La oportunidad de educar al público durante este tiempo sin precedente no se pierde en los trabajadores, muchos de quienes han notado la oportunidad de enseñar a los contactos cómo proteger a ellos mismos como un aspecto muy positivo de su asociación con la fuerza especial.

“Usamos unas palabras que nos ayuden comunicar con pacientes de todos niveles educacionales y de experiencia,” dijo Lindsay Buzzelli, una estudiante de tercer año en la Facultad de Medicina. “Los pacientes aprecian la manera en que adaptamos nuestras llamadas para reflejar su experiencia actual y darles la educación y consejos que necesitan. En general, todos están agradecidos que alguien está vigilándolos y quieren hacer todo en su poder de hacer una cuarentena efectiva y proteger a los demás.”

Dr. Chris Sciamanna, profesor de medicina y ciencias de salud pública en la Facultad de Medicina, encabeza este esfuerzo regional de trazar contactos. Él anota que identificar y contactar a los que resultan positivos y los que tal vez hayan estado expuestos es una oportunidad de aprendizaje que viene una vez en la vida para los estudiantes en medio de este pandémico. Sciamanna dice que la creación de esta fuerza especial tiene la potencial de apoyar al sistema de salud y ofrecer oportunidades para aprendizaje experiencial para los estudiantes en lugar de una experiencia clínica tradicional. También les ofrece a los estudiantes una manera de seguir aprendiendo conceptos claves como trabajar en equipo, la colaboración inter-profesional y los determinantes sociales de salud.

La iniciativa también ha dado a los estudiantes de enfermería practicante y los estudiantes médicos la oportunidad de trabajar juntos, una colaboración que normalmente no surge hasta que entran en la fuerza de trabajadores. Según Shannon Nicosia, una estudiante graduándose de enfermería practicante, trabajar con los estudiantes médicos ha sido una experiencia positiva.

“La investigación y el trabajo que hicieron para empezar este proyecto es impresionante,’ dijo Nicosia. “Es bueno saber que las enfermeras practicantes aportan un conjunto de habilidades únicas con nuestra experiencia extensiva clínica y al lado de la cama.”

Sciamanna dice que el riesgo de inundar el sistema de salud con una oleada de pacientes con COVID-19 tiene la potencial de paralizar la habilidad del sistema de proveer atención médica a los que más la necesitan. Esfuerzos como La Fuerza Especial para la Trazabilidad de Contactos del COVID-19 están beneficiando a las comunidades de salud donde estos casos positivos y sus contactos viven.

 

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